RELACIONES Y FAMILIA

Sin importar la edad, las personas continúan contribuyendo en sus familias y comunidades

Hay varias maneras de lograrlo, por ejemplo, mantener relaciones cercanas con la familia, vecinos y amistades o realizando actividades sociales e incluso, voluntariados. Cualquier opción que elijas tiene el potencial de ser un estímulo para tu salud y bienestar.

La frecuencia con que interactúas con las personas permite crear relaciones donde compartes recursos no tangibles como respeto, inclusión, estima, conocimiento y atención, los cuales tienen un impacto positivo sobre tu salud. Además, las relaciones sociales, a través del apoyo emocional y material, te llevan a establecer un compromiso contigo mismo y con quienes te rodean, ayudando a mantenerte funcional en la edad adulta.

La familia proporciona aportes afectivos necesarios para el desarrollo y bienestar de quienes la integran.
Es el sistema de apoyo donde se encuentran los seres queridos que pueden brindar la ayuda que se necesita. Además de aquellos con quienes compartes un lazo sanguíneo, la familia son todas aquellas personas (como amigos o vecinos) con quienes has construido un vínculo afectivo.

Los sucesos que enfrentamos a lo largo de la vida (por ejemplo: el padecimiento de alguna enfermedad, enfrentar una discapacidad e invalidez, un accidente, recibir en tu hogar a un(a) hijo(a) divorciado(a) o sufrir la muerte del cónyuge) requieren contar con la presencia de la gente que te apoya. Es en ese grupo de personas del que formas parte, donde tú, tienes mucho por contribuir y aportar.

Ten presente que eres un pilar importante en tu familia, ya que puedes ser guía, tanto para tus hijos como para tus nietos. Esta gran tarea de guiar a tu familia llega con gratificaciones, pues las relaciones con los nietos son estrechas y se fortalecen o reparan los lazos con los hijos, dejando en ellos tu legado, siendo tú, una imagen en la que ellos se identifican, transmitiendo en ellos tus valores y cultura.

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